'' Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo''

Gente que me hace feliz.

domingo, 30 de diciembre de 2012

X



Se oyen de fondo redobles, taxis con destinos indefinidos, bastante jaleo, gente con vidas paralelas, murmullos de coches parados en un atasco, pero se escenifica un aeropuerto, dicen que es un sitio bello, se podían ver en aquellos momentos abrazos, lágrimas y besos congelados en fotografías de llegadas. También maletas perdidas y vidas perdidas. Un mundo distinto al rural, nada que lo difiere. Después de la recogida de pasaporte está ella, a toda prisa. Yo la podía ver y se me paró el mundo, es mi musa <pensé> .Noté como en seguida llegaba la batalla en mi de en juicio final entre mi mente y su atracción, pelo moreno, ojos grises, sonrisa atrevida, con un piercing en la parte derecha de su nariz. Su pelo, largo y ondulado, volaba cuál canario en una ola de calor, su pelo brillante, sus ojos grises sin maquillar, pero grandes y tan perfectos como dos diamantes relucientes encontrados en el fondo de mi corazón. Ella llevaba un vestido demasiado corto, y de fiesta, parecía que no hubiera dormido, que seguramente habría estado toda la noche bailando y luego seguidamente llegar a coger el primer vuelo sin pensarlo. El vestido venía acompañado de unos tacones algo altos, o quizás muy altos. Pero algo llamaba la atención, no llevaba maletas, sólo una caja de fresas bañadas en chocolate. Buscaba algo, se paró y volvió la vista hacia tu mirada, sonrió. ''Oh no, me ha visto, ¿¡Qué pensará!?''. Venía hacia mi, el corazón me latía a mil por hora, mientras taconeaba y se acercaba más a mi, se iba comiendo una fresa bañada en chocolate, éste le decoraba sus carnosos labios, cuando llegó hacia mi, acercó su descarada boca a mi oído izquierdo y exclamó en un susurro: ''Vengo para quedarme contigo''. Pero luego descubrí de quien se trataba y al fin y al cabo la saludé y la agarré fuerte de la mano para zarpar a otro vuelo más desconocido e inesperado: ''Hola extrañada rebeldía, cuánto tiempo'' Es mi musa.

lunes, 13 de agosto de 2012

Mis pisadas ya no parecen fuertes, ahora bailo un vals...



Un poco más. Sigo la linea blanca, sin salirme de ella, despacio, concentrándome, sin un pequeño desbordo, estudiando todas las grietas y esquivándolas. Sola, pensativa, como siempre puedo estar, entrecerrando un ojo más que otro. Otro paso más, venga. Me dedico a seguir, sin romper las reglas, ya que las destrocé tiempos atrás, quedaron hechas polvo, parecían como si nunca hubiesen existido, demolidas como una vieja casa en plena montaña que luego no sabes distinguir si está abandonada, sin tejado, Reviviendo en su interior las pequeñas vibraciones de sus recuerdos. Ya nada, todo se acaba. Echo de menos desbordarme, vivir, hacer locuras, montar en el peligro. Ya no hay nadie que me ayude a salir de esa linea de auto-control, no hay nadie que me coja de la mano corriendo y me diga un vamos a bailar toda la noche. No, que va. Ahora sigo un jodido reglamento, el de portarse bien, que no está nada mal, pero estaría mejor despeinarse un poco, no llevar ese moño gigantesco, brillante, sin ningún pelo suelto y bailador por tu cabellera. Sentarse bien en la mesa, andar adecuadamente, vestirse para la ocasión, despertarme todo lo pronto que pueda, ahora mis pisadas no son tan fuertes, no se oyen los tacones a las tres de la mañana, no se oye la música house en mi corazón. No, me encuentro ahora mismo bailando un vals, como el de Voces de primavera, de Andre Rieu, con cuidado de no caerme, de mantener la cabeza bien firme, con cuidado que el vestido granate, y largo hasta los pies no se me arrugue. Primero un tono grave y lento, luego llegan los agudos, en los que saltas y haces tus piruetas, tiesa, con los hombros totalmente levantados, recta. Pero todo esto encima de la linea, dentro de ti una chica llena de vida espera con ansia que alguien la suelte de allí. Queriendo escaparse de ese horrible equilibrio.