'' Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo''

Gente que me hace feliz.

martes, 21 de julio de 2015

Andén diecinueve



Nunca supe lo que se me iba a venir encima. No tengo ya señas de identidad, mi vida ha sido un porvenir de pruebas sorpresas, de exámenes suspensos y de aprendizajes inválidos.


No sé qué hacer con mi vida, era la típica especialista en huir y cuando decidía hacerlo, me hundía en la cobardía y me convertía en profesional de quemar billetes de tren con destinos hacia lugares lejanos, en distanciar las decisiones (¿correctas?), en volver hacia atrás. Mis instantes era constantes movimientos de ajedrez, quizás avanzaba dos pasos hacia adelante y unos tres hacia atrás, quizás un día me hallaba en puro jaque mate y en realidad residía en alma de peón.

Andaba lentamente, y no tenía en consideración si continuaba de verdad en el verdadero camino o no.

Me reputaba impaciente y melodramática, pero sí paciente para andar sobre brasas y no darme cuenta hasta calcinarme, paciente para enamorarme de lo imposible, esperar a lo que nunca iba a llegar, y creer ciegamente en la estúpida fe y el hipotético e ilusorio karma.

De nada sirve escribir de política, economía y ciertos puntos de vista, cuando como decía el gran André Maurois: ''Sólo hay una verdad absoluta: que esta verdad es relativa''

Tampoco de nada sirve escribir sobre rencor, darle vueltas a sucesos decepcionantes y cubiertos de cierto dolo, si el ser humano es así, humillante, antisentimental, animal político, egoísta, retorcido.

Por ello, hoy, no me considero yo misma, que el camino escogido no es el óptimo, que me congelo de andar perdiendo el norte, que cada vez soy más fría.

Me pido constantemente perdón a mí misma por ser así. Por leer las instrucciones antes de jugar al famoso juego de la vida, ya que predomina el entretenimiento y placer sucio, por no conocer bien la estrategia, por caer siempre en la misma piedra y en el mismo pozo sin fin, por sonreír excesivamente en el campo de batalla.
Perdón por ubicarme en este andén diecinueve, no coger mi verdadero tren.
Perdón por seguir aquí, inerte, por muchos empujones que me den hacia la vía.
Perdón por no avanzar, que esta vez no quemaré el billete, que va, que esta vez no miraré hacia atrás, no miraré a los que se encuentran a mi lado con aquella fraudulenta sonrisa.
Perdón por recibir más decepciones, ya llegué a la conclusión que es por mi culpa.

Y sobre todo, perdón por no poder olvidarte, andén diecinueve.